50 años de vida sacerdotal de Monseñor Fernando Ocáriz

“Las críticas, cuando tienen fundamento, nos ayudan a ser mejores”.

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Monseñor Fernando Ocáriz que lidera el Opus Dei (Obra de Dios) celebró 50 años de su ordenación sacerdotal recordando sus inicios como sacerdote. “Fue San Josemaría (Balaguer), fundador de la Obra, quien acogió mi llamada al sacerdocio y por eso con frecuencia recurro a él para pedirle por mi ministerio sacerdotal y por la felicidad y fecundidad de todos los sacerdotes del mundo”. 

“El Opus Dei es una institución de la Iglesia que intenta sembrar la paz y la alegría de Cristo en medio del mundo. Con nuestros errores y aciertos, buscamos llevar a Cristo a los ambientes familiares, profesionales, sociales, etc. La Obra quisiera ser para mucha gente como una “gran catequesis”, en unión con la que realizan las parroquias y tantas otras instituciones de la Iglesia”, dice.

Monseñor Ocáriz se refiere a los que se oponen al Opus Dei, señalando que “el principal enemigo no es externo, sino interno: me refiero al peligro de la mundanización, porque los fieles del Opus Dei vivimos inmersos en las realidades del mundo, un mundo en buena parte descristiani-zado, y no somos inmunes a una posible pérdida de vigor espiritual. A quienes de un modo u otro se oponen externamente al Opus Dei no los considero enemigos: seguramente en muchos casos son personas poco informadas, que no comprenden el espíritu que anima al Opus Dei, o personas que nos ayudan a ser mejores con sus críticas, cuando tienen fundamento”.

Y, a pesar de ello, el Opus Dei sigue atrayendo a muchos hombres y mujeres.

Sí, pero naturalmente me gustaría que muchas más personas se mostraran dispuestas a llevar la Iglesia de Jesucristo a todos los ambientes del mundo, no solo por medio del Opus Dei sino también de tantas otras realidades evangeliza-doras que florecen en la Iglesia.

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¿Cómo responde el Opus Dei a las crisis actuales de desinterés y abandono de la fe?

Si detrás de los fenómenos sociales solo vemos una masa indiferenciada de personas, quizá tengamos poca visión cristiana de las cosas: cada persona es amada por Dios y merece todo el respeto y toda la atención de la Iglesia, pues por cada una ha muerto Cristo. Un aspecto principal es ayudar a las personas a apreciar el tesoro de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la penitencia.

¿Cómo ha visto la crisis causada por el coronavirus?

Lo veo como una llamada a vivir para los demás, con espíritu de solidaridad humana y de caridad cristiana. La pandemia, como enseguida dijo el Papa, nos recuerda que nadie se salva solo, que dependemos los unos de los otros y que todos tenemos algo que hacer en el trabajo común de cuidar el mundo.

“En realidad, no solo los fieles del Opus Dei, sino todo católico depende directamente del Papa, aunque tenga también otras dependencias en la Iglesia. Ahora con la pandemia, su presencia paterna es más necesaria que nunca y como diría nuestro fundador, al Papa hay que quererle siempre y no criticarle, sea quien sea».