Por Máximo Torres
Yberth Rodríguez, una periodista dominicana que emigró a los Estados Unidos cuando tenia 25 años con su pequeño hijo en brazos víctima de una rara enfermedad, cuenta su vida de más de un cuarto siglo entre Nueva York, La Florida y Boston. “Para viajar saqué debajo de la cama la residencia que me había enviado mi padre”, según dice. Ahora con su hijo de 27 años graduado de la Universidad y con otros dos hijos más, Yberth ha creado con la pandemia del coronavirus una empresa de productos naturales.
Su historia es de la vida real, no es ficción, es una historia cargada de emociones, de retos, de perseverancia. Yberth Rodríguez de origen dominicano lleva viviendo en los Estados Unidos más de 25 años. Su pequeño hijo que nació con Falcemia, una enfermedad de células falciformes, la obligó a salir de su país dejando atrás su profesión de periodista, su trabajo, su familia para enfrentarse a un mundo desconocido. Su vida de más de 25 años entre Nueva York, La Florida y Boston para ver graduar a su hijo de la Universidad fue, según dice, “un regalo de Dios”.
Yberth se emociona, se turba de felicidad cuando recuerda los años que vivió, entre hospitales y su casa, para cuidar a su hijo y “devorar cuando libro de medicina encontraba para ayudarlo”, lo que que años después la llevaría a crear una pequeña empresa de productos naturales con los que puede ayudar a curar enfermedades, incluyendo el coronavirus en estos tiempos de pandemia.
“Fue una gran experiencia, la enfermedad de mi hijo me regaló sabiduría, porque desde que nació y hasta que vinimos a los Estados Unidos me dediqué a leer libros de medicina que llegaban a mis manos, creo que soy una experta en salud”, dice Yberth que siguió de cerca todo el proceso de la enfermedad de su hijo. “Mientras estuvo internado en el hospital vi morir a otros niños, lloraba, me causaba mucho dolor y no quería que eso pasara con mi hijo”.
Nacida en el sur profundo de República Dominicana, en Bahoruco, Barahona, para mudarse a los 5 años a la capital Santo Domingo, Yberth cuenta que le dolió dejar su profesión de periodista por la enfermedad de su hijo. “Era una condición de salud hereditaria, sin cura y costosa, mi hijo estaba primero y eso me llevó a sacar mi residencia que la tenía debajo de la cama. Mi padre que vivía en los Estados Unidos y se había hecho ciudadano me había pedido”.
“Fue una etapa muy difícil y gracias a Dios saqué la residencia debajo del colchón antes de que se venciera, la guardé por seis o siete meses”, recuerda.
Con 25 años de edad, Yberth dejó su carrera, su vida para vivir en un país en el que no conocía el idioma, su cultura.
Viviendo ya en Nueva York trabajó como “free lance” para el Listin Diario que por esa época tenía una versión tabloide, le pagaban 25 dólares por artículo, pero “no descuidaba a mi hijo, siempre estaba a su lado”, aunque en sus inicios tuvo problemas para entender el sistema hospitalario.
Su segunda hija nació para salvar a su hermano
El sufrimiento la estaba afectando, su hijo empeoraba, pero Yberth resultó embaraza y su segunda hija “nació para salvarle la vida, porque permitió que le hicieran un trasplante de médula y la enfermedad dejó de existir”.
“La recuperación fue fantástica, no hubo rechazo ni surgió ninguna complicación. Mi hijo a los 9 años pesaba 45 libras, pero luego se recuperó, terminó la secundaria y luego se graduó de mecánico automotriz en el Instituto Benjamin Franklin de Boston cuando por la enfermedad “no pensaba que iba a terminar la escuela”.
En el 2010, según relata, nació su tercer y último hijo que tiene ahora 10 años. A los 15 meses de nacido los médicos lo diagnosticaron como autista. “Comencé a leer, a investigar, no le creía a los médicos, pero llegué a investigar y encontré que es metabólico, que los autistas nacen con una condición en el intestino, es el causante del mal y me enfoqué en darle a mi hijo comida orgánica, investigué de otras dos hierbas que podía darle porque no absorben todo. Ahora mi hijo es un autista funcional, la alimentación nuestra es errada”, dice.
Yberth cuenta que su padre que vivía años en los Estados Unidos me apoyó en todo momento, “no quería salir de mi país, pero el nacimiento de mi primer hijo con esa enfermedad me hizo viajar a Nueva York y no me arrepiento”, anota.
Su tercer hijo la hizo crear productos naturales
El drama que vivió con su tercer hijo en los primeros años la llevó a fabricar “pasta natural con aceite natural, hacer cremas, jabones para mi casa y para regular” que, según dice, le sirvieron para crear una pequeña empresa.
Con la pandemia del coronavirus, Yberth, su hermana menor y su hija se unieron para constituir una compañía familiar con el nombre de INEE que la llevó a redefinir su producción para dedicarse a lo que es la medicina natural.
La muerte de su padre “marcó mi vida, no fumaba, no bebía, lo mata la presión arterial” cuenta, lo que la llevó a tomar mayor conciencia para limitar el stress y alimentarse bien. “Hay que tomar la alimentación como una inversión, me preocupé por alimentar mejor a mi hijo con productos orgánicos, no quería que ningún órgano le fallara”, apunta. Su mamá, con 73 años sigue viviendo en Nueva York.
“Los ocho milagros”
La aplastante realidad de la pandemia del coronavirus, con sus estrepitosas consecuencias económicas, ha llevado a muchos negocios a cerrar o, en el mejor de los casos, a replantear su estructura. “Yo me estoy mercadeando para que lleguen nuestros productos elaborados 100% orgánicos a más personas. Las redes sociales son nuestros grandes aliados, llegamos con nuestros productos naturales cada día con el “TeaAM y TeaPM” para combatir el stress, la ansiedad y la fata de sueño y “Las ocho maravillas”, producto con el que –según refiere– logró curar a una persona de 70 años con COVID.
“Esta pandemia ha causado la muerte a muchos latinos y se han muerto porque ya tenían el sistema inmunológico complicado, aprendamos a alimentarnos y ‘Los ocho milagros’ te ayudan a vivir mejor”.