Con la Gordita de Botero

Max Torres con la "Gordita" de Botero en la Plaza de Santo Domingo, en el centro histórico de Cartagena

Por Max Torres

No hace mucho estuve con la «Gordita» de Botero en la Plaza de Santo Domingo, en el centro histórico de Cartagena, esa apacible y encantadora ciudad colombiana. Mi propósito no era nada santo, porque quería seguir las leyendas de tocarle los senos para tener largas relaciones amorosas, tocarle los pies para volver pronto y las nalgas para tener una gran fortuna. Pero me pasé de mano por si acaso la Gordita Gertrudis que es una obra del famoso pintor y escultor colombiano, Fernando Botero, me pudiera hacer otros milagritos. Mi próximo destino era Lima y quería ir con toda la buena vibra de esta hermosa escultura. 

Para mi buena suerte viajé no con la gordita de Botero sino con una belleza de mujer que casi no cabía en el asiento en un vuelo que por lo demás estaba repleto de pasajeros, todos con destino a Perú, un país que —según los diarios de la capital– está bajo el azote de los delincuentes. «El crimen toma Lima», leíamos en la portada de Perú 21, mientras que el diario Trome decía en su primera página «¡Paren ola de robos y asesinatos!». Con la gordita viajamos sobresaltados, temerosos, hicimos amistad y luego compartimos el auto que nos llevó a nuestros destinos.

La gordita por llamar con cariño a Lucía que no es peruana estaba inquieta, preocupada por lo que habíamos leído y no era para menos, pero nuestro viaje entre el aeropuerto en el Callao y Surco cruzando por varios distritos de Lima fue de lo más normal, por lo menos no nos topamos con ningún delincuente. Mis recuerdos estaban más en la toqueteada que le había dado a la gordita de Botero que en los malditos ladrones.

Luego de un viaje encantador, pero pesado por el tráfico indolente, dejé a Lucía sana y salva y lista para viajar al día siguiente al Cusco para cristalizar sus sueños de estar en la ciudadela de Machu Picchu, la octava maravilla del mundo. 

Como Lucía que venía a conocer Machu Picchu a lo mejor son muchos los turistas que bajan del avión atemorizados por una delincuencia sin control, pero la realidad parecería otra. Por lo que se ve el turismo no ha bajado pese a toda esa suerte de inseguridad sino por el contrario ha repuntado y según los últimos informes de MINCETUR en los primeros siete meses del 2024, la afluencia de turistas extranjeros se incrementó en 41% respecto a similar periodo del año pasado. En total llegaron al Perú entre enero y julio 1 millón 874.800 turistas.

¿Cómo se explica esto? Se coloca al Perú en el infierno de la delincuencia, de los cupos, de las extorsiones, amen de otras denuncias de «corrupción desbordada» que implica a los últimos seis presidentes desde Toledo hasta la actual mandataria Dina Boluarte y el turismo sigue en auge. Si uno se da una vuelta por cualquier distrito de Lima, los restaurantes están llenos, no hay espacio para más comensales.

Al regresar del Cusco, Lucía me llamó para decirme que le había ido de maravilla, que no se había topado con ningún delincuente, no se si fue una mujer con suerte, pero a mi tampoco me ocurrió nada malo, mientras leía en el diario OJO «Marino mata a ratero en cevichería» y en el Trome «Mafias matan por cupos y dejan libre a la rusa», amen de los tiros contra la presidenta Dina Boluarte que a toda costa los rojos la quieren bajar del poder.

Sin lugar a dudas hay una suerte bendita para los que viajamos a Perú, un  país que por lo que se dice está en mejor situación económica que muchos países de América Latina y ahora con dos megaproyectos que lo convertirían en el centro logístico de Sudamérica y potenciarán el puerto de Chancay. Es una millonaria inversión de la empresa de capitales chinos Cosco Shipping Ports Limited.

La otra buena nueva fue la visita del subsecretario de estado norteamericano que llegó con 100 empresarios de su país que quieren invertir en Perú.

Hay dinero, hay poder, hay cariño como diría mi amigo Marcos Devers, la próxima me traigo a la gordita de Botero.

¡Sigamos cuidándonos! Sin salud mental, no hay salud.

Maximo Torres Editor de El Mundo BostonMaximo Torres
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