«Yo fui deportado»

La historia de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que vivió muchos años en Boston, no es diferente a la de miles de deportados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump.

Por Máximo Torres

  • La historia de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que vivió muchos años en Boston, no es diferente a la de miles de deportados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump.
  • «Mi historia no es diferente, yo fui deportado y me hundí en la desesperación, pero una mano amiga me sacó de la depresión para luego convertirme en el concejal más votado de Bello, en Medellín. No todo está perdido, USA me dio alas para volar».

Deportado. El testimonio de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que fue deportado tras vivir varios años entre Chelsea y East Boston, se suma a la de miles de expulsados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump. «Viví días, semanas hundido en la desesperación, uno se siente humillado, ultrajado, uno pierde la esperanza de vivir, pero Dios me dio otras rutas, nuevas oportunidades para abrirme camino en mi misma patria, con mi familia, aunque no fue fácil», dice Alzate en una entrevista con El Mundo Boston.

La historia de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que vivió muchos años en Boston, no es diferente a la de miles de deportados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump.

En la comodidad de su hogar en Medellín, Colombia, viendo por la televisión la llegada a su país de cientos de deportados, así como a otros países de América Latina, Alzate cuenta su historia tocándose el corazón, recordando los días terribles que pasó tras la deportación. «Ahora vivo feliz con mi familia, pero ser deportado te marca para bien o para mal, porque te sientes miserable».

«Los primeros días, semanas de destierro fueron terribles, vivía desolado, uno le pierde sentido a la vida y por hacer una comparación era como si la novia o la esposa lo deja a uno y quiere cortarse las venas y me enterré en el alcohol, pero una mano amiga me sacó de la depresión, de la desesperación y con la ayuda de Dios logré ver las oportunidades que me ofrecía mi país». 

La historia de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que vivió muchos años en Boston, no es diferente a la de miles de deportados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump.

Alzate levanta la mirada, abre sus brazos de agradecimiento a Dios y dice que tras la amarga experiencia que vivió no guarda ningún rencor, por el contrario, «siento que Boston, la ciudad de la cultura, de las mejores universidades, me dio alas para volar porque me permitió educarme y aprender lo que es vivir solo, sin la familia, en un país lejos de mi patria al que aprendí a querer».

«Apenas tenía 20 años cuando me embarqué en esa aventura de salir de mi país para buscar un mejor futuro o lo que muchos decimos el sueño americano. Con el apoyo de los ‘coyotes’ traté de cruzar hasta cinco veces la frontera con México hasta que lo logré. Viví casi siete años entre East Boston y Chelsea y todo ese tiempo me dediqué a trabajar sin descanso para vivir una vida diferente, venía de un pueblo pobre, de muchas carencias».

La historia de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que vivió muchos años en Boston, no es diferente a la de miles de deportados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump.

Compartiendo, disfrutando del aguardiéntico acompañado de mango verde y limón picado, Alzate me hablaba de su vida, de su pasado, de su futuro. «No puedo decir que me fue mal en los Estados Unidos, era muy joven, trabajé día y noche y nunca me olvidé de mi familia, les enviaba dinero y viví días de gloria, de felicidad, pero también de amargura por los recuerdos familiares y después por la deportación que marcó mi vida».

Sus padres, sus hermanos y su amiga Claudia con la que se casaría años después lo fueron a recoger al aeropuerto. «Regresé tal como me fui, sin un peso en los bolsillos, con la misma ropa con la que estuve seis días en un centro de detención de inmigración antes de mi salida forzada de los  Estados Unidos».

La historia de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que vivió muchos años en Boston, no es diferente a la de miles de deportados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump.

«De la noche a la mañana me deportaron. ¿Hasta ahora no sé cómo ni por qué ocurrió?. Yo estaba en mi apartamento sin ningún problema y a las 6:00 de la mañana llegaron diez agentes de inmigración armados y me llevaron como si fuera un delincuente. En el centro de detención me dijeron que si quería quedarme que busque un abogado porque no tenía antecedentes».

Pero Alzate, según rememora, ya había decidido durante sus días de encierro regresar a su país de origen,  a su «gran Colombia».

«Siento que la vida me regaló la oportunidad de vivir unos años en los Estados Unidos y hay que ser agradecidos por todo lo que aprendí, yo he pasado por eso y le pido a la gente que está siendo deportada que no se siente a llorar sus penas ni a tirarse a los vicios. Hay que buscar otras alternativas que las hay en nuestros países, hay que buscar salir adelante con nuevos emprendimientos. Uno no necesita mucho dinero para ser feliz, lo importante es no desfallecer y hacer el bien».

Alzate habla con el corazón en la mano y si bien dice «no logré el sueño americano, pude conquistar el sueño colombiano y doy gracias a Dios porque he sido concejal de Bello dos veces, he trabajado en el Congreso de la República y ahora soy asesor de la Alcaldía de mi ciudad, por todo eso me quedo sin palabras, me quedo agradecido con Dios».

La historia de Nicolás Alzate, un inmigrante colombiano que vivió muchos años en Boston, no es diferente a la de miles de deportados de Estados Unidos en la nueva era del presidente Donald Trump.

«Nunca pensé ni en sueños —después de pasar por esa gran adversidad en los Estados Unidos— llegar a ser todo un personaje en mi propia tierra, todavía no lo creo y le doy gracias a Dios. Cuando me deportaron me sentía desahuciado, sin ninguna esperanza, había dejado mi corazón, mi hijo en East Boston», recuerda Nico como lo llama su familia. «Pero ya todo eso quedó en el pasado».

Ahora comparte el dolor por el que están pasando muchas personas de diferentes países que están siendo deportadas. «Trump ha puesto mano dura con los criminales y en eso estoy de acuerdo, pero lo que le pido es no traspasar las barreras de lo humano que eso si sería reprochable».

Otra de las experiencias que le tocó vivir en su país, antes de dedicarse a la política, es haber sido director de la Cárcel de San Quentin, legendaria prisión por el llamado corredor de la muerte. «El primer día llegué con mi agua bendita y los presos se rieron en mi cara. Fue un mal recuerdo», dice.

Algo Más

Nicolás Alzate es todo un personaje en Bello, uno de los pueblos más pujantes y prósperos con más de 520,000 habitantes, es el segundo municipio en Antioquia, después de Medellín.

Maximo Torres Editor de El Mundo BostonMaximo Torres
Editor, El Mundo Boston
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