Por Max Torres
Milford es uno de los pueblos más apacibles ubicado al oeste de Boston, es uno de esos lugares que por historia ha sido un pueblo de inmigrantes. Cuando hice realidad con mi familia el sueño de la casa propia por la década de los 90, los latinos nos contábamos con los dedos de la mano. Milford estaba poblado por ese entonces de inmigrantes irlandeses, italianos, portugueses y armenios que llegaron a trabajar en las canteras o en fábricas de botas y zapatos.
En los años 2,000 y más allá hubo una oleada de inmigrantes brasileños y ecuatorianos. Hoy en día, el pueblo alberga una creciente población latinoamericana que casi se ha duplicado en los últimos años con inmigrantes venezolanos, peruanos, salvadoreños, lo que indica un drástico crecimiento. Las escuelas públicas están pobladas de latinos.
En los últimos días o semanas, Milford ha sido el centro de atención por los continuos operativos de inmigración que lo han hecho saltar a la escena nacional e internacional. Ahora los inmigrantes indocumentados y documentados por lo que se ha visto, viven con el miedo a ser arrestados por ICE y deportados.
El miedo que percibía en los negocios latinos o brasileños estalló en los últimos días con el escandaloso arresto de Marcelo Gomes Da Silva, un estudiante brasileño de 18 años del High School de Milford sin antecedentes penales que fue detenido camino a una práctica de voleibol. El objetivo era su padre que está requisitoriado, pero igual se lo llevaron. Los dos no tienen estatus legal.
Para suerte de su familia y de una comunidad estudiantil que se levantó en protestas, el fiscal federal que vio su caso lo dejó en libertad tras pagar una fianza de $2,000. Gomes Da Silva permaneció seis días en un centro de reclusión y ahora cuenta su historia.
Milford, el pueblo apacible donde vivo por casi 30 años de mi vida, está en la primera línea de la continua ofensiva migratoria del presidente Trump con arrestos que no parecen del todo claros. El caso de un inmigrante guatemalteco con estatus legal, padre de gemelos de 3 años, casado con una norteamericana, ha llamado la atención y levantado a la comunidad por lo que podría ser una injusticia. La comunidad está indignada.
“Se lo llevaron dejando a mis hijos llorando pese a que mostramos su estatus migratorio aprobado”, nos relata Christina “Nani” De Asencio. Su esposo, Nexan Aroldo Asencio Corado, de origen guatemalteco, fue arrestado y ahora está recluido en un centro de detención de inmigración.
Su prima, Tyffany Maisonave, ha iniciado una campaña en GoFundMe para recaudar fondos que permitan a la familia pagar todos los gastos legales que no son poca cosa. Ayudemos a Christina en su lucha por ver regresar a su esposo a casa para felicidad de sus gemelos.
¡Sigamos cuidándonos! Sin salud mental, no hay salud.
Maximo Torres
Editor, El Mundo Boston
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