El COVID-19 tumba negocios

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Por Máximo Torres

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Lo que el COVID-19 se llevó y se va a seguir llevando. Lo de Tito’s Bakery, una panadería que llevaba 45 años en la comunidad de Chelsea y que vendía sus productos a todo Boston, ya no está con nosotros. El COVID-19 le tumbó el negocio a Tito Avellaneda, se esfumaron 45 años de su vida en una comunidad en la que no solo le dio el pan de cada día, sino que le dio alegría cuando se las inventó para organizar festivales o torneos de fútbol o “soccer” como le llaman en los Estados Unidos. “Tito’s Bakery” cerró sus puertas y en el último día, a media luz, con las vitrinas ya vacías, conversé largo y tendido con el dueño de una de las más populares panaderías Latinas que frecuenté muchas veces.

A través de las redes sociales, miles de personas siguieron la entrevista, le pusieron “like” y compartieron su profunda tristeza por el cierre de “Tito’s Bakery”. Fue una conversación amplia, amena, por momentos emotiva y en otra dramática cuando me decía “es una pena lo que está sucediendo en todos los comercios, está pandemia nos está acabando, yo lo veo por todos los negocios, esto va a ser terrible y para levantar esto va a costar sangre, sudor y lágrimas”.

Tito Avellaneda nos deja con la tristeza a flor de piel, con un cierre de su negocio que no lo esperábamos, pero como me decía en la entrevista que la publicamos en la central de esta edición, “no me voy triste, me voy satisfecho” porque a lo largo de los años “pude compartir con todos los que vinieron a Tito’s Bakery, siempre tuve amistades buenas que salieron del negocio y eso siempre lo voy a recordar”.

El final de Avellaneda, un inmigrante argentino que llegó a vivir a Chelsea por los años 70, no es del todo malo, perdió su panadería a la que tanto amor le dedicó por culpa del COVID-19, pero ganó porque logró vender el edificio que compró hace muchos años con tanto sacrificio para abrir Tito’s Bakery. “Algo bueno me dejó”

Pero la suerte de Tito Avellaneda no es la misma para todos, hay quienes están perdiendo “soga y cabra” por esta maldita pandemia que ya ha llevado al cierre a otros negocios en diferentes ciudades de Massachusetts, incluyendo East Boston y Lynn, que son lugares con una gran población Latina.

El COVID-19 ha puesto de nuevo en alerta a todo el estado, 11 ciudades están con alerta roja, es decir están consideradas como zonas de “alto riesgo” por el aumento de casos de coronavirus, entre ellas Lynn, Chelsea, Revere, Everett, Salem y Lawrence donde viven muchos latinoamericanos. Los temores de volver al pasado con el cierre de negocios, cuarentena y otras medidas sanitarias se acrecientan, lo que llevaría a otros pequeños comercios a cerrar definitivamente sus puertas.

Lynn es el nuevo epicentro del coronavirus en Massachusetts, de acuerdo a las cifras dadas por el Departamento de Salud, y según me decían en una entrevista los pastores Eduardo Cáceres, Juan González y Germán Galdámez “esto nos debe llevar a la reflexión, todavía no hay cura, no hay una vacuna y no podemos relajarnos, es difícil, pero tenemos que seguir respetando los protocolos de salud y la única forma de cuidarnos es usando la máscara o tapabocas, respetando el distanciamiento social y lavándonos las manos cuantas veces podamos”.

Es una tarea que nos debe involucrar a todos, apoyemos a nuestros negocios latinos en la medida que podamos y cuidémonos por el bien no solo de nosotros sino de nuestras familias y de la comunidad. Es hora de respetar todas las medidas y protocolos de salud para evitar un rebrote mayor del coronavirus que nos lleve a otra cuarentena. No, por Dios. Ya no más. En la cuarentena que tuvimos que acatar vi, no sé cuántas veces, la película estadounidense “Lo que el viento se llevó” (Gone with the Wind) que fue inmensamente popular. Es una película histórica y romántica de 1939 que me encantó, pero el COVID-19 es otra historia real que nos está afectando y de qué manera.

Sigamos cuidándonos.