Por Daniela Valdivia-Terres
En la serie “Friends” de finales de los 90’s, los seis amigos protagonistas se reunían en un café “Central Perk”, y conversaban acerca de los que les pasaba en el día a día con libertad y había un ambiente de camaradería. Además el lugar estaba decorado con un gran sofá que ellos compartían como si estuvieran en la sala de su casa. Ese espacio o lugar donde un individuo puede entrar y salir sin ninguna presión, donde interactúa socialmente con propios y extraños libremente, y tiene cierta familiaridad con el que está a cargo del lugar, se le llama “Tercer espacio” o “Tercer lugar”.
Este término lo acuñó el sociólogo Ray Oldenburg, en un artículo publicado en 1989 y luego en su libro llamado “The Great Good Place” explicó las características que tiene un “Tercer espacio”. Debe ser un lugar neutro al que todos pueden acudir sin invitación y a la vez, entrar y salir sin presión. Un establecimiento económico que puede quedar cerca al domicilio o cerca del lugar de trabajo, es decir, está en camino. El ambiente es relajado y da cabida a la conversación libre de cualquier tema, incluso político. Se admite los juegos de mesa y siempre es visitado por un mismo grupo recurrente pero también admite visitantes pasajeros.
Considerado como el “Primer Lugar” la casa, el “Segundo Lugar” el trabajo o el lugar de estudio para los jóvenes, el “Tercer lugar” puede ser el salón de uñas, la barbería, el gimnasio, el bar o la antesala de la biblioteca, un espacio donde se reúne la gente de la comunidad y la estrella es la conversación casual. Hay quienes indican que puede ser un parque pero dadas las bajas temperaturas en el invierno o el recalcitrante calor en verano, en Boston y alrededores, esa cita al aire libre depende del clima.
Starbucks (era) modelo del “Tercer Lugar”
A principios del 2000 comenzaron a popularizarse los cafés con este concepto. Uno de ellos fue Starbucks, el diseño incluía sofás con reposabrazos y cómodas sillas que invitaban a quedarse horas leyendo o disfrutando un café o conversando con amigos. Los baristas y el personal conocían a la clientela frecuente y sonreían al coincidir con el mismo pedido. Sin embargo, el auge de las aplicaciones para ordenar la comida, y el obligado distanciamiento social durante y post-pandemia, ha dado un giro a esta experiencia. Ahora la orden se hace online, llega el cliente, silenciosamente recoge su pedido y se va. Ya no hay la más mínima interacción humana. Además, la inflación y el alza en general de los comestibles, hace que la gente piense dos veces antes de consumir un latté en un café con este estilo.
“En ausencia de una vida pública informal, la vida se vuelve más cara. Cuando los medios e instalaciones para la relajación y el ocio no se comparten públicamente, se convierten en objetos de propiedad y consumo privados.» -Ray Oldenburg
El cierre del “Segundo Lugar”
Durante el COVID-19, muchos empleados tuvieron que trabajar en remoto, mudaron su oficina a la casa, improvisando la mesa del comedor como escritorio o acomodando un pequeño espacio para instalarse y seguir adelante frente a la pantalla. Superada esa crisis, muchos de estos empleados siguen trabajando a distancia desde sus hogares. Para ellos ya no hay el concepto de “Segundo lugar” pues la casa es también el lugar de trabajo. Con ello, la socialización es mucho menor, esas conversaciones esporádicas con el café de la mañana o con el compañero del cubículo de al lado han sido suprimidas.
Esta adaptación a trabajar en solitario limita las relaciones sociales tan importantes para gestionar los riesgos psicosociales, como el sentimiento de soledad o ansiedad que puede afectar la salud física.
«La vida sin comunidad ha producido, para muchos, un estilo de vida que consiste principalmente en un viaje de ida y vuelta de casa al trabajo. El bienestar social y la salud psicológica dependen de la comunidad». -Ray Oldenburg
Internet como “Tercer Espacio”
A falta de espacios seguros para socializar o integrarse a la comunidad donde residen o frecuentan, las redes sociales se han convertido en el “Tercer Espacio” para muchos. Es un lugar donde los usuarios pueden expresar e intercambiar su punto de vista, y facilita la relación social. Por ejemplo, hay grupos en Facebook o en WhatsApp o comunidades en Twitter, ahora X, que reunen a usuarios con un mismo interés y se identifican como una comunidad.
A la vez, la fusión de las plataformas digitales, como los videojuegos y la realidad virtual, ha incentivado a la generación Z y a los milenials, a que ésta sea una forma de socializar. Hoy jóvenes de diferentes partes del mundo pueden jugar juntos en la misma plataforma, y conversar a través de sus personajes en juego.
Ubicando nuestro “Tercer Espacio”
Sin embargo, el “Tercer Espacio” es un lugar donde la conversación es presencial, no virtual. Un espacio cómodo donde podemos observar e interpretar las expresiones de nuestro interlocutor, más allá de la palabra.
Decimos más con nuestro lenguaje corporal que con nuestra propia voz. El sentimiento de estar físicamente en un mismo espacio y la espontaneidad de hablar con alguién que se cruza en nuestro camino, esto aún, no puede ser replicado por la tecnología.
Adicionalmente, uno de los problemas con socializar menos con el mundo exterior, en vivo y en directo, es que el entorno social se vuelve muy pequeño y esto nos puede llevar a tomar las cosas muy en serio.
En este sentido, las bibliotecas están haciendo su parte por ser el “Tercer Espacio” de la comunidad y fomentan actividades para atraer diferentes generaciones a sus edificios. Desde “Story Time” o actividades de arte para los más pequeños, actividades de STEM para los niños más grandes, o club de lectura o clases de tejido o jardinería, hasta sesiones de yoga, hay actividades para todas las edades a cero costo. Solo visite la biblioteca más cercana y revise el calendario de actividades.
Los museos también ofrecen actividades que fomentan la interacción social, como proyección de películas o conversatorios de diferentes temas de una manera entretenida e interesante.
Ya llega la primavera, y con ello, algunas iglesias son sedes de eventos para la comunidad. Las organizaciones comunitarias realizan actividades para integrar a los residentes de la zona con los servicios sociales que ofrecen.
Finalmente, esta necesidad de socializar puede ser una llamada a emprededores locales con intención de crear un café accesible para todos y con las características del “Tercer Espacio”.
“Es momento de revitalizar el tercer lugar para discusiones, debates, camaradería y buen humor. Necesitamos ver a nuestros amigos y vecinos, y rodearnos de gente que no conocemos. El tercer lugar se sitúa en el centro de nuestra búsqueda de una vida mejor.” -El Correo de la Unesco
No se quede en casa pues como dice Oldenburg, “no hay nada como reunirse cara a cara”.