Por Rawan Rwehny
Es de conocimiento común que la energía que producimos y usamos tiene un impacto directo en nuestro medio ambiente. Actualmente, utilizamos energía proporcionada por fósiles que produce una gran cantidad de emisiones de carbono que resultan en altos niveles de contaminación del aire.
Hoy nos encontramos en una encrucijada: la madre naturaleza ya no puede ser una mina sin fin para la codicia cada vez mayor de los humanos, que nos llevó a presenciar el calentamiento global, el cambio climático y la amplia extinción de especies animales. Ante tales desafíos crecientes, se debe encontrar una solución, y dado que el problema se ha extendido a proporciones épicas, se deben considerar pasos más radicales. Fue entonces cuando nació el concepto de energía verde.
En primer lugar, la energía verde es la energía extraída de los recursos naturales (agua, viento, sol). No es un concepto nuevo ni ajeno. De hecho, lo vemos todos los días en paneles solares y turbinas eólicas, pero todavía no es una opción viable. Aunque es claramente la solución superior en comparación con la energía proporcionada por los fósiles, ya que no contamina el medio ambiente con el uso y es capaz de reponerse.
Sin embargo, no es económicamente eficiente y todavía se basa en combustibles fósiles para su fabricación. Esto requiere una nueva solución.
Hoy día, con la popularización de los coches eléctricos, muchos consideran que la tecnología de las baterías de iones de litio es la gracia salvadora. La pregunta es si es suficiente, especialmente cuando la demanda supera con creces la producción (Ejemplo de Tesla).
Como solución, muchos expertos han sugerido el combustible de hidrógeno como otra acción complementaria para combatir el cambio climático. De hecho, la energía del hidrógeno es un tipo de energía que depende del hidrógeno como combustible. El hidrógeno, que es un componente simple y auto-recargable, es potencialmente una gran alternativa. De hecho, después de que se hayan realizado varios experimentos, se concluyó que el hidrógeno es más seguro que los combustibles energéticos tradicionales, especialmente para el transporte.
El problema no reside en el elemento en sí, sino en las formas de obtenerlo. De hecho, el hidrógeno apenas se encuentra en la naturaleza como una sola entidad; siempre forma parte de un elemento combinado, como el agua y los hidrocarburos. En resumen, dicha energía encuentra tres obstáculos relacionados con la producción, la infraestructura y el precio.
El hidrógeno se produce a través de una membrana de intercambio de protones colocada entre un ánodo y un cátodo que permite que fluyan el agua y el gas. Así, sólo el hidrógeno puede pasar. Esta nueva solución proporcionada por una membrana de intercambio de protones reemplaza el agua rica en electrolitos que ayuda a extraer hidrógeno de manera más segura y eficiente.
En este punto nos enfrentamos al problema de la infraestructura. Al contrario de la electricidad que se encuentra en abundancia en las ciudades, la economía del hidrógeno nunca se había implementado antes. Sumado a eso, el procedimiento de extracción es costoso encareciendo la energía del hidrógeno. Aún así, eso no significa que esta solución deba descartarse automáticamente. Empresas como Shell han construido estaciones de hidrógeno y Hyundai y Toyota han desarrollado automóviles a hidrógeno (Toyota Mirai, Hyundai Nexo). Otras empresas están invirtiendo en dicha tecnología pensando en el futuro.
De hecho, actualmente se están realizando esfuerzos para construir una mini economía de hidrógeno en las islas Aran en Irlanda, que son tierras rurales que han dependido del continente para obtener combustible. Sin duda, el mundo empresarial debería prestar atención a este experimento, ya que el futuro de nuestro planeta depende de nuestras acciones hoy.
Los países latinoamericanos también comprenden el creciente impacto que tiene el hidrógeno verde y están enfocando algunos de sus esfuerzos en facilitar dicha transición con varios proyectos en Chile (Asociación Chilena del Hidrógeno), Argentina y Costa Rica. Se estima que la producción de hidrógeno verde más barata en 2030 la proporcionarán los países latinoamericanos. Se especula que el precio bajaría considerablemente una vez lanzado, haciendo que el mercado del hidrógeno verde sea competitivo, independientemente de los precios del carbono.
Obtengan más información sobre las alternativas energéticas asistiendo al Boston GreenFest en Rose Kennedy Greenway, del 20 al 22 de agosto.
Rawan Rwehny es estudiante de derecho en la Universidad de Carthage en Túnez y está haciendo una pasantía con la Fundación para un Futuro Verde este verano mientras planeamos Boston GreenFest con un equipo virtual.
