Maximo Torres
Editor, El Mundo Boston
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Massachusetts es el líder nacional con las más altas tasas de vacunación contra el COVID-19, incluyendo la tercera dosis de refuerzo, pero todavía hay trabajo por hacer, sobre todo en ciudades con una alta población de inmigrantes latinos, lo que preocupa a las autoridades estatales y locales.
Lawrence con una población que supera el 90% de residentes de todas las razas y culturas es una de las ciudades que enfrenta serios desafíos por los bajos niveles de vacunación, el alcalde de origen dominicano Brian de Peña tendrá que hilar muy fino para obligar a sus residentes a inmunizarse.
Ya ha inaugurado dos nuevos centros de vacunación y ha comprado por cuenta propia un total de 140,000 pruebas rápidas de antígeno COVID-19 que están siendo distribuidas bajo la política de apertura y operaciones seguras de FEMA para evitar la propagación del virus. “Lo que queremos es que todos nos vacunemos”, dice de Peña.
Michelle Wu que se convirtió en la primera mujer alcaldesa de Boston de raíces inmigrantes está bajo azote de un grupúsculo que la bombardea políticamente en las afueras de su casa por obligar a los trabajadores de la ciudad a vacunarse bajo pena de ser despedidos.
De los 18,000 trabajadores, 16,800 se han vacunado completamente. Es decir que 1,200 empleados de la ciudad aún no lo han hecho por rebeldía, religión o porque les importa un pepino la mayoría de la población que quiere protegerse de las escalofriantes cifras de muertos en el mundo que superan los 5.5 millones.
¿Qué quiere? ¿Qué busca esa minoría de la población que está en las calles haciendo ruido contra las vacunas COVID?
No es más que un ruido político y en lo que parece ser ya un cuento de nunca acabar, el Local 718 de Bomberos de Boston se sumó a los antivacunas pidiendo a sus miembros “oponerse a las acciones anti laborales de la alcaldesa Michelle Wu”.
“Debemos solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas que se sienten incómodos poniéndose la vacuna COVID”, dicen sus dirigentes.
Pero hay una mayoría de la población que piensa lo contrario, que quiere que todos nos vacunemos para evitar que la gente se siga muriendo. No podemos ni debemos seguir siendo mezquinos y no reconocer los esfuerzos de la ciencia médica que ha detenido con las vacunas el número de muertos.
La variante Ómicron que multiplicó los casos en los últimos meses afectó en su mayoría a los no vacunados y muchos de ellos terminaron entubados o muertos en hospitales de Boston, de Massachusetts y de todo el país.
La vacuna contra el COVID no es un capricho y en ciudades como Lynn, Salem, Lawrence, Worcester, entre otras con una gran población latina, los alcaldes están intensificando sus campañas de vacunación pese a que los expertos aseguran que la pandemia del coronavirus “nos va a dar una pausa” después de mediados de febrero.
El descenso de casos de COVID en Massachusetts se registra en un 62 por ciento en las últimas semanas, lo que “nos hace pensar que la variante Ómicron desaparecerá, pero nadie sabe lo que pueda venir en el futuro”.
Bajo ese panorama lo que nos debe llenar de optimismo es que la ciencia médica ha aprendido mucho sobre las vacunas, ya hay nuevos medicamentos disponibles y hay nuevas herramientas de salud pública que “sabemos funcionan bien” si es que se presenta otra variante del virus, tal como asegura un especialista en enfermedades infecciosas del Mass General Hospital, uno de los mejores hospitales del mundo.
¡Sigamos cuidándonos! La vacuna salva vidas.