Por Maximo Torres
Editor, El Mundo Boston
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El clima nos tiene de cabeza. La noche del jueves 31 de enero regresando con mis hijas luego de ver al reguetonero Nicky Jam de origen puertorriqueño-dominicano nacido en Lawrence, una de las ciudades más latinas de Massachusetts, la lluvia y la densa neblina hacían difícil manejar por la carretera como presagio de la lluvia helada y el aguanieve que dominaron la región todo el viernes 1 de febrero, en unas ciudades con más intensidad que en otras.
“Me estoy muriendo”, «El perdón», dos de los temas del reguetonero, me sonaban en la cabeza mientras manejaba por el Mass Pike en medio de una neblina con lluvia que cegaba a cualquier conductor, pero otros de sus temas “Me voy pa’l party” o “No soy tu marido” me sacaban del cuadro de preocupación y con mis hijas encendíamos el ambiente ya en el auto. Con Nicky Jam dejamos el “Agganis Arena”, en la Commonwealth Avenue, en Boston, contagiados por su música y seguidos por un tumulto de gente.
El Mundo Boston había hecho posible a través de La Hora del Café que se transmite de lunes a viernes a las 7:00 de la mañana por las redes sociales, que muchos de sus seguidores estuvieran en el Agannis disfrutando de uno de los pioneros del reguetón sin que les cueste nada, salvo el transporte en una noche fría.
Nicky Jam estuvo en Lawrence, una de las ciudades con las que se identifica y donde tiene amigos de su infancia, poco antes de su presentación en el campus de la Universidad de Boston. Lawrence enloqueció. Sin duda alguna, Nicky es un monstruo, un bárbaro de la música capaz de encender cualquier lugar. El reguetonero de padre puertorriqueño y madre dominicana se considera un bostoniano que nació y creció con la música. Estuvo envuelto en drogas y hasta a la cárcel fue a parar, pero logró salir para convertirse en uno de los artistas más galardonados actuando al lado de superestrellas como Daddy Yankee, Farruko, J Balvin, entre muchos otros.
Alberto Vasallo III, presidente ejecutivo de esta casa editora y conductor del programa La Hora del Café, estuvo entre la multitud de fans contagiado por las canciones del reguetonero. “Hasta el amanecer”, “El amante”, “Tu cuerpo en la cama”, retumbaron el Agganis con un público desbordado que le dio la espalda al Ómicron, la variante del COVID que nos golpeó por casi dos meses.
Ahora el clima con las condiciones heladas por la caída de las temperaturas afectó el tránsito por las carreteras.
Para los miles de jóvenes que asistieron al espectáculo les resultó mucho más beneficioso que las autoridades cancelaran las clases el viernes primero en las escuelas públicas de Boston por el frente frío con precipitaciones mixtas.
El mes de febrero, el mes del amor y la amistad, comenzó con temperaturas bajas y hielo en las calles, pero encendido con la música de Nicky Jam, quien le dio luego paso a otros artistas de diferente género como el bachatero dominicano Frank Reyes que llenó el sábado 5 el antiguo Wonderland, en Revere, y ahora se espera la presentación del artista dominicano Wason Brazoban “Con la mujer que a mí me gusta” el domingo 13 en el Lynn Auditórium y Zacarías Ferreira el viernes 25 en el antiguo Wonderland con “Si tú me dices ven” celebrando la Independencia de República Dominicana.
La actuación de Nicky Jam estuvo por todo lo alto, pero lo que más me impresionó fue el extremo cuidado que pusieron para controlar y permitir la entrada solo a las personas vacunadas contra el COVID-19. Si no tenías y mostrabas la tarjeta de vacunación no entrabas. Así debe ser en todos los espectáculos públicos. Lo que pide el gobernador Baker, la alcaldesa de Boston, Michelle Wu, el alcalde de Lawrence, Brian de Peña, y todas las autoridades locales es que todos nos vacunemos por el bien de nosotros mismos y de nuestras familias. Y ahora por las bajas temperaturas ¿Qué nos queda? A mal tiempo, buena cara.
¡Sigamos cuidándonos! La vacuna salva vidas.