En medio de celebraciones, la familia lucha por la visión del padre de la ‘Ciudad Deportiva’
Por Brian Wright O’Connor
La multitud en Bushnell Park en el centro de Hartford, Connecticut, está muy lejos de Puerto Rico, pero la música y los aromas de la isla están por todas partes.
Paseando a lo largo de los puestos de comida con merengue resonando desde un escenario cercano, Luis Roberto Clemente se mueve entre los celebrantes y se balancea como una estrella de telenovela.
Solo puede dar unos pasos sin que lo detengan con un apretón de manos, un abrazo o un breve intercambio de palabras con quienes tienen recuerdos y emociones que compartir sobre su padre.
Con la imagen de Roberto Clemente
Dondequiera que mires, los asistentes al festival visten camisetas con la imagen de su padre, el icónico héroe del béisbol Roberto Clemente, en la espalda. Más temprano ese día, su hijo saludó a los espectadores que vitoreaban a lo largo de la ruta del desfile hacia el parque sombreado.
El día anterior, Luis asistió a clínicas de béisbol para niños y niñas amantes del juego que le dio fama y fortuna al pibe de los cañaverales de Carolina.
Las clínicas fueron organizadas por el equipo Doble A Hartford Yard Goats, que fue el primer club de béisbol de ligas menores en retirar el número 21 de Clemente, elegido para representar el número de letras de su nombre completo, Roberto Clemente Walker.
Más tarde ese mismo día, el Puente Baldwin en Waterbury, Conn., fue renombrado en honor a la leyenda de los Piratas de Pittsburgh. Mientras tanto, las legislaturas y los ayuntamientos de todo el país aprobaron resoluciones que elogiaban al 12 veces All Star de las Grandes Ligas. Y esto es solo el comienzo.
Conmemoración de tres meses
El Festival Puertorriqueño anual de Hartford, siempre un punto culminante del verano en la capital del estado de Nutmeg, este año dio inicio a una conmemoración de tres meses de los principales hitos en la carrera del dos veces campeón de la Serie Mundial.
“Este año marca el 50 aniversario de su hit número 3000 en las Grandes Ligas, así como esa fatídica misión de socorro”, dice “Luisito” sobre su difunto padre, quien murió en un accidente aéreo la víspera de Año Nuevo cuando transportaba suministros a Nicaragua devastada por el terremoto.
“Este año es muy, muy especial y realmente apreciamos el amor que recibimos de la gente aquí por mi padre y todo lo que significó como beisbolista y humanitario”.
Aplausos de la multitud
El veloz jardinero derecho se paró en la segunda base, disfrutando de los aplausos de la multitud mientras honraban su hit número 3000, convirtiéndose en el undécimo jugador en la historia de las Grandes Ligas en lograr esa marca.
Solo unos meses después, Clemente se había ido, muerto en el accidente de un avión Douglas DC-7 sobrecargado después de que el avión con un historial mecánico problemático se hundiera en el Atlántico frente a la costa de Isla Verde en Puerto Rico.
La leyenda del béisbol, que tenía presentimientos de morir joven y en un accidente aéreo, tenía apenas 38 años. Dejó atrás a su esposa Vera y tres hijos, Roberto Jr., Luis y Roberto Enrique.
Su amor por la humanidad
“Mi padre tenía un gran amor por toda la humanidad”, dice Luis, quien tenía solo 6 años cuando su padre se despidió de la familia con un beso y partió rumbo a Managua.
“Él se preocupaba especialmente por aquellos que no tenían voz. Siempre defendió a los desvalidos. Por eso, 50 años después de su muerte, la gente sigue honrándolo y expresándole su amor”.
La hermosa estrella de los Piratas con el brazo cohete y el corazón humanitario no tenía que ir a Nicaragua en ese vuelo de vacaciones, pero le preocupaba que los alimentos y otros suministros estaban siendo robados por militares corruptos y funcionarios gubernamentales en Managua y no estaban llegando a la gente.
Viendo el sufrimiento
“Así es como era”, dice Luis. “No le importaba de dónde eras, qué idioma hablabas, el color de tu piel. Si vio sufrimiento, estaba en tu esquina”.
Creciendo pobre en las afueras de San Juan, Clemente era un niño tímido y deliberado, que consideraba todo lo que hacía con cuidado.
Su apodo de infancia, «Momen», era una forma abreviada de la palabra «momentito» porque solía decir eso cuando otros intentaban alejarlo de lo que estaba pensando.
Creció en las grandes ligas cuando Jim Crow todavía gobernaba en el sur y un puertorriqueño negro no podía dormir en los mismos hoteles, comer en los mismos restaurantes o socializar en los mismos clubes de campo que los jugadores blancos.
Partidario de los derechos civiles
Le molestaban profundamente los alojamientos segregados que encontró en los campos de entrenamiento de primavera de Florida y se convirtió en un partidario abierto de los derechos civiles a medida que las protestas crecían a finales de los años 50 y 60.
Años más tarde, al explicar su compromiso, le dijo a un periodista: “Me dije a mí mismo: ‘Soy el grupo minoritario. Yo soy de la gente pobre. Yo represento a los pobres. Yo represento a la gente común de América. Entonces, voy a ser tratado como un ser humano. No quiero que me traten como puertorriqueño, ni como negro, ni nada de eso. Quiero que me traten como a cualquier persona que viene por un trabajo’. Cada persona que viene por un trabajo, sin importar el tipo de raza o color que sea, si hace el trabajo debe ser tratado como blanco”.
Se ahogaba en lágrimas
Clemente, quien a menudo se ahogaba en lágrimas cuando hablaba de otorgar la dignidad humana básica a los pobres y marginados, extendía su corazón a los niños dondequiera que viajaba. Los buscó, visitando a los niños enfermos en los hospitales, a menudo aquellos que le escribieron cartas, sin que la prensa lo siguiera.
En honor a la extraordinaria dedicación de Clemente a la caridad, Major League Baseball cambió el nombre de su premio anual al jugador que mejor encarna el espíritu después de Clemente.
La liga organizará una ceremonia previa al juego en Citi Field en Nueva York la próxima semana para honrar a todos los ganadores anteriores del Premio Roberto Clemente. La ceremonia del 15 de septiembre tendrá lugar antes de que los Mets se enfrenten a los queridos Piratas de Pittsburgh de Clemente.
Continuar con su legado
La Fundación Roberto Clemente, establecida por su familia para continuar con su legado, se unirá al Salón de la Fama del Béisbol Nacional, la Asociación de Antiguos Alumnos de Jugadores de Béisbol de las Grandes Ligas, los Piratas de Pittsburgh y el Museo Clemente para honrar a los ganadores del Premio Clemente en una cena en Nueva York.
El 50 aniversario del hit número 3000 de Clemente será conmemorado por los Piratas de Pittsburgh el 30 de septiembre en Steel City.
En medio de las celebraciones de este año, una disputa legal por un complejo deportivo destinado por Clemente a servir a los niños de Puerto Rico ha ensombrecido los muchos eventos que marcarán la carrera de un hombre que fue guiado por una profunda fe en Dios , amor a la familia y a la patria y un profundo compromiso con la caridad.
La Ciudad Deportiva
La familia Clemente presentó una demanda el mes pasado contra el gobierno, el gobernador y el presidente de la Cámara de Representantes de Puerto Rico por el uso no autorizado del nombre y la imagen de Roberto Clemente en las placas, por lo que se cobra un recargo a los conductores en el territorio, para supuestamente recaudar dinero para la remodelación de la Ciudad Deportiva Roberto Clemente en la ciudad natal del beisbolista.
El complejo de 304 acres, concebido por el propio Clemente una década antes de su muerte, se ha deteriorado, sus campos de béisbol, piscina, pista y estadio ceden lentamente al crecimiento excesivo y la descomposición.
La familia dice que el complejo es víctima de una negligencia deliberada por parte del gobierno como parte de un plan para apoderarse del terreno. El gobierno afirma que el parque deportivo ha sido mal administrado por la organización sin fines de lucro que lo administra, desperdiciando el dinero de los contribuyentes.
“La única característica de mi padre que se destaca por encima de todas las demás”, dice antes de volver a sumergirse en la multitud, “es su respeto por la humanidad. El respeto por todos. Crecimos como unas Naciones Unidas pequeñas, conociendo gente de todo el país, de todo el mundo. Se hizo amigo de todos. Fue muy enriquecedor para nuestras vidas crecer y dar la bienvenida a todos, no mirar a la humanidad como razas separadas sino como un solo pueblo”.
Algo más
Una serie de celebraciones especiales esperan a la familia Clemente esta semana, ya que la leyenda de Roberto Clemente es honrada y recordada por sus acciones dentro y fuera del campo, 50 años después de su trágica muerte.
