Testimonios que duelen

4 Enferemera

«No veo la luz al final del túnel», dice Liz Mover, una angustiada enfermera del Hospital General de Massachusetts que atendiendo a pacientes críticos por COVID en la Unidad de Cuidados Intensivos se encuentra con una triste realidad: 15 de las 18 camas ocupadas por personas infectadas “casi todos no estaban vacunados”.

«Esto es simplemente implacable» anota Mover, señalando que cuando “recibí mi primera dosis de la vacuna COVID, pensé pronto todos serán vacunados y esta terrible pandemia terminará”.

Pero la realidad de que hay personas que se resisten a vacunarse es lo más difícil de entender para el personal de la Unidad de Cuidados Intensivos que se desgasta todos los días para ayudar a personas que han optado por no recibir las inyecciones que podrían haber evitado que se enfermaran tanto.

Sus enfermedades se podían prevenir en gran medida. Y, sin embargo, «los pacientes no vacunados siguen llegando».

A medida que la pandemia se extiende y los casos aumentan de nuevo, los trabajadores de la salud están luchando contra otra gran oleada de COVID. A pesar de la amplia disponibilidad de vacunas, las hospitalizaciones se han acercado a los niveles del invierno pasado. Y para muchos trabajadores de la salud que aún luchan contra el COVID, la esperanza se ha evaporado por los no vacunados.

Algo más

En todo el estado, hubo más de 1,900 pacientes COVID hospitalizados, el 65 por ciento de ellos sin vacunar. Entre los pacientes más gravemente enfermos, la proporción de no vacunados es aún mayor. Muchos de ellos necesitan ventiladores y máquinas para el corazón y los pulmones. Están sedados, no pueden moverse, ni hablar ni ver. Algunos pasarán semanas en tratamiento. Algunos nunca se recuperarán.