Por Máximo Torres
45 años haciéndole el pan a todo Boston se esfumaron con el cierre de una de las más populares panaderías de Chelsea. El COVID-19 acabó con sus sueños.
“Tito’s Bakery” cerró sus puertas para siempre dejando en el recuerdo una historia de más de 45 años en Chelsea, una de las ciudades con una de las más grandes poblaciones Latinas. “Esta es una ciudad que no tiene nada que ver con los argentinos, pero me supe adaptar a una comunidad mayormente centroamericana”, dice Tito Avellaneda en una entrevista exclusiva con El Mundo Boston en medio de una panadería ya vacía, sin pan, sin los pastelitos de guayaba.
Con la mascarilla que se le caía por momentos y con el distanciamiento social, el dueño de “Tito’s Bakery” habla con pesar de la difícil decisión que tuvo que enfrentar para decirle a los trabajadores “ya no va más el negocio”.
Con el cierre de Tito’s Bakery, Avellaneda que emigró de Argentina en los años 70 enterró sus sueños de darle a su comunidad el pan de cada día.
Avellaneda habla con El Mundo Boston de todo un poco y recuerda con emoción los años que dirigió en Chelsea uno de los más grandes festivales hispanoamericanos. “Ese era el festival de todas las banderas”, dice.
El cierre de “Tito’s Bakery” ¿Fue difícil tomar la decisión?
Después de reabrir las puertas tras estar más de dos meses cerrado por el coronavirus, el negocio fue decayendo mucho, todo era más complicado, no sabíamos cómo podíamos seguir manteniendo el negocio, que peligros corríamos.
Me puse de acuerdo con las empleadas y reabrimos con todos los protocolos de salud para evitar el contagio, comenzamos a trabajar menos horas, porque ya se sabía que el negocio venía hacia abajo, tratamos de seguir aguantando, pero tenía entre manos una oferta pendiente de compra del edificio.
Traté por todos los medios de mantener el negocio, pero en los dos meses después del cierre forzado nunca se superó, no había gente, los clientes no tenían trabajo, no aparecían y se resolvió esperar a ver lo que pasaba con la venta del edificio.
Cuando ocurrió lo que no quería le comuniqué a los empleados que ‘ya no iba más el negocio’, ellos se dieron cuenta que estaba trabajando a perdida. Voy a entregar el local el 9 de septiembre que es el cumpleaños de mi papá para tener un buen recuerdo y decir ‘oye viejo, yo también me jubilé’.
Dejas toda una historia de 45 años ¿cómo recuerdas tus inicios?
Todos estos años han sido benditos, nunca sentí que fuera un sacrificio, porque me gustaba lo que hacía y en mis inicios con veintipico de años uno se lleva el mundo por delante, tenía la ayuda de mi esposa Isabel, ya tenia los niños, pensaba en el futuro de mis hijos, todo era divino, esta ciudad me acogió bien y después fui conociendo gente de todas las comunidades, en el negocio me iba bien, pude comprar mi casa, y así fui progresando día a día, disfruté cuando llegó el tiempo de mandar a los niños a la escuela, porque lo que más quería era darles una buena educación.
¿Sientes que el COVID está afectando a muchos negocios como el tuyo?
Es una pena lo que está sucediendo en todos los comercios, está pandemia nos está acabando, yo lo veo por todos los negocios, esto va a ser terrible y para levantar esto va a costar sangre, sudor y lágrimas. Gracias a Dios, yo vendí el edificio, porque está en una buena locación, no por el negocio, nadie querría sacrificarse para mantener la panadería, va a venir otra persona con otra mentalidad, ahora yo estoy regalando todo lo que hay, incluyendo maquinaria y ya se terminó todo.
Tito Avellaneda es una historia viviente en Chelsea, es creador de uno de los festivales hispanoamericanos más grandes de la ciudad ¿Cómo lo recuerdas Tito?
Aún lo llevo en el corazón porque ese fue un festival de todas las comunidades, no de cierta comunidad porque es diferente tratar de vender un festival colombiano para los colombianos y para algunos que les guste la música colombiana o el festival puertorriqueños que es un festival grande, pero nunca fue el festival de todos, ninguno ha logrado lo que se consiguió en Chelsea de hacer un festival para los puertorriqueños, cubanos, salvadoreños, peruanos, guatemaltecos, hondureños, dominicanos, todo el mundo disfrutó y estaba orgulloso de traer la bandera de su país a este festival. Este fue el festival de las banderas porque te sentías orgulloso de representar al país de donde eras. Eso es lo que lo hizo famoso y pasaron muchos artistas internacionales y la gente lo recuerda, Aventura, Jonny Ventura, Wilfredo Vargas, ese fue un festival de todos.
¿Por qué lo dejaste de organizar?
Era un festival que había crecido mucho y Market Basket, que vive de la comunidad hispana, nos cerró las puertas después que compraron el Mystic Mall, porque cuando lo hicimos con Mystic Mall nunca tuvimos problemas, pero bastó que viniera Market Basket, comprara eso para borrar el festival de Chelsea, no fue que yo no podía hacerlo, sino que no teníamos apoyo como lo teníamos con el Mystic Mall. Ellos si nos dieron el apoyo, pero cuando cambio de dueño demolió, hizo lo que hizo y está bien, es su negocio, pero esa empresa vive de la comunidad. Si yo que he vivido de la comunidad hice el festival porque yo quería entregarle a la comunidad algo a cambio y que le di, el mejor festival que se haya realizado en todo Massachusetts, lo podía haber hecho cualquier persona, pero lo hice yo.
¿Es decir, la oposición te llevó a dejar de hacerlo?
Esa fue la razón, Market Basket no nos dejaba ya realizar el festival en ese espacio y no quiso que organizáramos el festival pese a que la gente iba a comprarle sus productos para venderlo en el festival, yo no sé a quién le molestaba. Y parte también a la gente que estaba en el City Hall. Había cierto resentimiento.
Como inmigrante argentino ¿cómo te has sentido todos estos años viviendo en una comunidad que es mayormente centroamericana?
Esta es una comunidad que no tiene nada que ver con los argentinos, pero me recibió bien porque yo me adapté a la gente a la que yo quería vender mis productos, primero con los pastelitos de guayaba, con los cocos maicochados, yo soy un maestro en gastronomía, panadero, gasfitero, yo ya venía hecho de mi país con una profesión, en la Argentina yo ya había trabajado en panadería y allí aprendes de todo. Yo tenía 600 recetas de galletas, yo venía preparado para lo que tenía que enfrentar. Si tenía que hacer pizza lo hacía, lo hice en mi país.
¿Cómo buen argentino, amante del fútbol soccer, promoviste también en Chelsea torneos deportivos?
Por muchos años lo hice para sacar a los muchachos de la calle, cuando se hizo la escuela nueva yo estaba integrando la comisión, cuando se iba a construir la cancha para fútbol americano yo decía que también tenía que hacerse la cancha de fútbol soccer. Yo quería que los estudiantes jueguen nuestro fútbol, tanto así que con plata mía yo hice una cancha de fútbol latinoamericano, me preocupé para que Chelsea tuviera una cancha de fútbol donde nuestros jóvenes pudieran jugar, era un campo abandonado en el que se jugaba béisbol, ahora es un tremendo estadio, Mi hijo Roy me ayudó a poner césped artificial con la ayuda de varias compañías. Yo lo hice por amor, no porque quería que me pongan una estatua. Lo hice porque quería que la comunidad Latina tuviera una cancha de fútbol. Pero en todas estas gestiones hubo también gente negativa.
¿Te vas triste Tito?
No, me voy satisfecho, porque a lo largo de 45 años pude compartir con todos que vinieran a Tito’s Bakery, siempre tuve amistades buenas que salieron del negocio y es lindo ver cuando llega un muchacho ya con sus hijos y dice yo recuerdo que mi mama me traía a comprar el pan largo, y vienen los hijos a comprar la torta o pastel para el cumpleaños de los hijos, eso tiene un gran significado y no podría sentirme triste,
Tu hijo Roy Avellaneda también tiene negocio, Pan y Café, y es el concejal más querido de la ciudad, llegó a ser presidente del Concejo. ¿Te vas al retiro, pero dejas a tu hijo que es de marca mayor?
Si, gracias a Dios, está también mi hijo Christian que es bombero y mi otro hijo que está en otro tipo de negocios, ellos están acá, viven en Chelsea y nunca renegaron de vivir en Chelsea y teniendo la contra que eran blancos y que algunos decían que no eran latinos cuando son más latinos que cualquier otro.
¿Algún mensaje para la comunidad?
Nada más que agradecimiento, a toda la gente de Chelsea, Boston, Mattapan, Roxbury, Hyde Parlk, a todos ellos gracias.
¿Quién no conoció los productos de Tito’s Bakry? Siempre te estabas moviendo por todos lados, me encontré muchas veces contigo en Jamaica Plain donde tenía sus oficinas antes El Mundo Boston?
En mis inicios Boston tenía una comunidad grande de puertorriqueños y de cubanos que me apoyaron mucho, consumieron los famosos pastelitos de guayaba y me mantuvieron el negocio por tantos años. Nuevamente gracias a todas las comunidades que me apoyaron a lo largo de 45 años.
Hasta siempre Tito, la comunidad te va a extrañar.