Los antivacunas con la hoz y el martillo

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MAX

Maximo Torres
Editor, El Mundo Boston
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El mandato del gobernador Charlie Baker para que todos los trabajadores estatales se vacunen contra el COVID-19 a riesgo de perder sus empleos está chocando con la hoz y el martillo de los antivacunas que han salido a las calles a protagonizar violentas manifestaciones contra los que creen que la vacuna salva vidas. No hay duda de que esto iba a ocurrir porque hay gente descocada o extremistas que no cree que el coronavirus es real y por tanto no les importa poner en riesgo la salud de su familia y mucho menos de sus comunidades.

Los pudimos ver en la reciente movilización de los antivacunas en el Common Park de Boston con sus carteles en manos luciendo la hoz y el martillo que es el símbolo usado generalmente para representar al comunismo, hablando de libertad de sus derechos a no ponerse la vacuna ni usar mascarillas.

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De que libertad puede hablar esa gente que representa a los mayores opresores, a los que violan todos los derechos humanos y sojuzgan a sus pueblos como pasa con Cuba que vive la peor tiranía de 60 años y que grita libertad o Venezuela cuya población ha tenido que salir de su país porque no tienen que comer por el régimen de opresión de Maduro.

Ponerse en contra de la vacuna salva vidas con movilizaciones violentas no es lo que la mayoría de la población quiere y lo demostró con la más grande manifestación que hicieron los que están a favor de la inmunización. Por todos lados, lo que se quiere es aumentar el número de vacunados. Las campañas que se hacen ahora por los diferentes medios están dirigidas a orientar aún más a la comunidad. Porque la vacuna es un derecho a la vida y no es un deseo sino un mandato de que todos nos vacunemos para volver a una normalidad total. Pero por desgracia siempre tenemos que chocar con indeseables, contra los que no quieren vacunarse que si bien es cierto son los menos, son una minoría, afecta a todos porque son los multiplicadores del virus.

Más sanciones a los que no quieren vacunarse sería lo más lógico y el gobernador Baker está por buen camino despidiendo trabajadores que no cumplen con el mandato de ponerse la inyección para estar a salvo del coronavirus. Las empresas privadas, los pequeños negocios deberían seguir esta misma práctica. La orden debería ser para todos. Te vacunas o pierdes el empleo porque no puedes poner en riesgo a tus compañeros de trabajo al igual que exigir la tarjeta de vacunación en todos los lugares públicos, incluso hasta para ir al baño.

Esto tiene que hacerse si queremos acabar con este maldito virus y volver a vivir como antes de la pandemia. Era inevitable que el gobernador Baker pusiera mano dura a los empleados públicos en todo el estado y ahora a los que también tenemos que ponerle mano dura es a los antivacunas disfrazados con la hoz y el martillo. A esos no hay que darles tregua, hay que irles con todo porque queremos que nuestro estado vuelva a florecer en todas las áreas. Es hora de terminar con el COVID-19 vacunándonos. No hay de otra.

¡Sigamos cuidándonos! La vacuna salva vidas.