Juramentar como Oficial de Inmigración

María Camila Rodríguez Galvis que llegó a Boston a los 9 años de edad procedente de Colombia logró con mucho sacrificio y estudio cristalizar sus sueños.

  • María Camila Rodríguez Galvis que llegó a Boston a los 9 años de edad procedente de Colombia logró con mucho sacrificio y estudio cristalizar sus sueños.

María Camila Rodríguez GalvisOrgullo latino, Oficial de Inmigración. A los 9 años de edad, María Camila Rodríguez Galvis llegó de la mano de su mamá y de sus 2 hermanos procedente de Bogotá, Colombia. Salió de un país convulsionado por la violencia para vivir en el país de las oportunidades, de la libertad.

Desde muy niña fue muy estudiosa y logró abrirse paso y superar todo tipo de obstáculos y barreras en la escuela intermedia y en el High School de Burlington donde vivió desde que emigró de su país. Se graduó con honores, siguió estudios universitarios y luego cristalizó sus sueños al juramentar como Oficial de Inmigración. «Siempre he tenido vocación de servicio y esta es una buena oportunidad para seguir sirviendo a mi comunidad con apego a la ley», dice visiblemente emocionada al recibir el abrazo de felicitación de su señora madre, Martha Galvis, una mujer inmigrante que logró sacar adelante a sus tres hijos como madre soltera.

Su abuelita, Rosa Hernández, que se salvó de milagro del COVID-19 a la edad de 82 años, no pudo estar presente por problemas de salud por el alzheimer.

Martha Galvis«Mi madre se hubiera sentido feliz y hubiéramos llorado juntas al ver a María Camila juramentar como oficial de inmigración, lo nuestro es una historia de amor», dice Martha Galvis orgullosa de sus tres hijos que logró sacar adelante sola. «Mi madre fue mi gran soporte, ahora está en un centro de ancianos luego de sobrevivir al coronavirus y estoy siempre a su lado dándole todo nuestro cariño».

La ceremonia de graduación de su hija junto a más de medio centenar de nuevos oficiales de inmigración se celebró en Georgia hasta donde viajó Martha y su familia para estar presentes y tributar todos los aplausos a María Camila. «Don Máximo quiero compartir con usted de manera muy especial la graduación de mi hija», me escribía emocionada en un mensaje de texto por WhatsApp en el que acuñaba una frase que decía «Crecí viendo enfrentar a mi mamá cualquier obstáculo en su vida, nunca podría ser débil porque aprendí de la mejor».

Se siente bostoniana

Martha GalvisNacida el 22 de junio de 1995 en Bogotá, María Camila sin perder sus orígenes se siente más bostoniana. Se educó en las escuelas de Burlington, ciudad a unas 17 millas al sureste de Boston, se graduó del High School y estudió en Post University en Waterbury, Connecticut. Luego quiso seguir una carrera como oficial de inmigración.

«Desde muy niña le encantó este tipo de servicio pues por parte mía vengo de una familia militar», señala Martha Galvis al recordar los años de infancia y juventud de su hija a la que siempre le dio todo su cariño. «Jamás me separé de mis hijos, yo los eduqué y saqué adelante sola». Desde que emigró de su país, siempre vivió en Burlington.

Con María Camila y sus hermanos, Martha vivió como inmigrante para «darles todo mi apoyo, pero fueron chicos muy estudiosos y super sanos, excelentes hijos, la verdad es que son la bendición más grande que Dios y la vida me han dado».

«María Camila quiere llegar muy alto, ascender a los máximos grados en el Servicio de Inmigración y espero Dios me la siga iluminando para que logre sus objetivos. A eso me vine a este pais de las oportunidades después de 23 años esperando me dieran los papeles y llegar legal a los Estados Unidos. Mi padre era ciudadano americano, pero por ese entonces tuve que esperar años».

Premio de Martha Galvis

Martha Galvis no oculta su alegría, la emoción la vence por momentos y llora junto a su hija María Camila de la que se siente orgullosa. Su vida es la ley.

Algo Más

Martha Galvis y su familia

Martha Galvis que emigró de Colombia sin más ayuda que la que le brindó su padre transmite lo que piensan muchos inmigrantes como ella que llegaron hace muchos años a Boston o a cualquier ciudad de Massachusetts o de los Estados Unidos.

«Ahora la vida del inmigrante es mucho más fácil, recibe todas las ayudas del estado, casa, comida, autorizaciones de trabajo y pienso que el sistema está mal y nunca he podido entender por qué se deja entrar a todo el mundo sin antes averiguar sus antecedentes criminales. Este es un país de inmigrantes y todos tenemos derecho de buscar mejores oportunidades para nuestras familias, pero respetando las leyes.

Muchos inmigrantes que llegaron hace 15 o 20 años quisieran tener los mismos privilegios que se les dan ahora a los inmigrantes recien llegados. Son millones de inmigrantes que trabajan sin permisos de trabajo,  pero se les está dando a los recién llegados y hay quienes llegan a desequilibrar el país creando inseguridad, pánico y abusando del sistema».