La fiesta será este 27 de mayo en uno de los centros mejor ubicado y de mayor preferencia y atención a los envejecientes
Gran celebración. El nuevo Centro para Adultos Mayores “Nuevo Día” celebrará este próximo 27 de mayo con “bombos y platillos” el Mes de las Madres en su amplio y confortable local en el 75 Amory Street, Jamaica Plain, en el corazón de la comunidad hispana de Boston.
En el mes de mayo, hay diferentes fechas de celebración, los salvadoreños lo celebran el 10 de mayo, los dominicanos lo hacen el 31 de mayo o el último domingo de mayo, en Estados Unidos y otros países latinoamericanos lo festejan el segundo domingo de mayo, de allí que “el centro ha querido unir a todas las madres Latinas que tienen también diferentes historias como dice la canción “New York”, un millón de historias y a cada uno nos toca la nuestra” para rendirles “todos nuestro cariño y gratitud”, según dice el director del Centro, Alex García.
“Como un homenaje a las madres por el valor, esfuerzo y dedicación que tuvieron para criar y cuidar de sus familias tanto aquí en los Estados Unidos como en sus países de origen, vamos a reconocer a todas aquellas mujeres que dejaron de lado sus deseos personales para ayudar a forjar hijos con valores y educación que ponen en alto nuestra raza latina e hispana”, anota.
“Cientos de historias podemos presentar porque cada una de ellas tiene algo que contar y nosotros tenemos algo que aprender”, afirma Teresa Baez, quien es profesora de Arte y directora de piso de “Nuevo Día”.
“Nosotros no tenemos cómo compensar el esfuerzo y el trabajo que ellas hicieron cuando emigraron buscando nuevas oportunidades sin esperar nada a cambio, solo con la intención de sacar de la pobreza a sus respectivas familias y poder brindar una mejor educación a sus hijos en esta gran nación”, dice Báez.
Los principales directivos del Centro no programaron ninguna celebración especial el segundo domingo de mayo porque, según precisan, “nosotros estamos celebrando todo un mes con estas heroínas que aún con edades avanzadas continúan brindando consejos y enseñanzas de vida a los hijos, nietos y a todos nosotros.
Algunas de estas heroínas nos presentan sus historias de vidas que “nos dejarán impresionados de cómo superaron obstáculos”, expresó con voz entrecortada, Alex Garcia, director de marketing e ideólogo del proyecto con varios socios.
Historias que tocan el corazón
FRANCISCA ANDRADE (Doña Panchita) emigró de Guatemala buscando el “Sueño americano”, cruzó por el Río Bravo 3 veces sin importarle arriesgar su vida. Sus cuatro hijos a los que tenía que sacar adelante la llevó a desafiar el mundo. Comenzó una vida de oportunidades trabajando en labores de limpieza de casa en la ciudad de Los Ángeles, California. Tras recibir el pago de su trabajo enviaba una parte para sostener económicamente a sus hijos menores de edad y otra parte lo guardaba para cuando regresara. “Mi vida ha sido una asombrosa odisea, 3 veces hice el viaje ida y vuelta por el Río Bravo y la peligrosa frontera entre México y Estados Unidos, siempre lo hice con fe y determinación» de que regresaría a su patria a reencontrarse con los suyos. Panchita corrió con suerte, ahora es ciudadana americana, tiene 6 hijos, 13 nietos y 6 bisnietos. “Mis hijos siempre han sido mi lucha”, dice Francisca que es toda una consejera respetuosa y muy cariñosa.
NILDA MARTINEZ Originaria de Ponce, Puerto Rico, emigró a Boston tras el paso del huracán María en octubre de 2017. La Isla quedó devastada y los servicios de salud cada día eran más críticos. Una de sus hijas la trajo a Boston por los excelentes servicios de salud que ofrece la ciudad que son reconocidos en todo el mundo. Había vivido antes en New Jersey y como un patrón común en las mujeres y madres latinas tuvo que trabajar duro para sostener a sus 4 hijos. Como madre soltera tuvo que enfrentar situaciones difíciles, pero siempre “tuve la fe en Dios”. Ahora a sus 79 años tiene muchas anécdotas y relatos que contar como cuando en el año 2015 fue operada del corazón en una cirugía que se prolongó por más de 24 horas. “Uno de los médicos le dijo a mi familia le quedan dos horas de vida, pero un hecho milagroso cambio todo por el fuerte clamor de sus hijos y demás familiares. La oración es poder y regresé a casa rodeada de amor y felicidad con mis 4 hijos, 11 nietos y 7 bisnietos”,
MARIA SABIO. Nace en Honduras en la Selva atlántica de ese país centroamericano y muy joven decide emigrar por la frontera de México en el año 1983. “Una tía me animó a venir para mejorar mi situación económica y ayudar a mi familia”, dice. Luego de cruzar la frontera se establece en la ciudad de New Orleans donde trabajó por varios años, pero el servicio de Inmigración y la policía realizaban constantes redadas y tuvo que desplazarse y buscar otras opciones en ciudades más tranquilas. Se movió para Tampa en La Florida donde recibió la mano amiga de un doctor quien le ofreció trabajo cuidando a su madre. Allí conoció al que sería su esposo, se casó y tuvo 4 hijos, pero la vida le jugó una mala pasada. Su esposo murió y se quedó sola con la responsabilidad de su familia. Una hermana la motivó a venir a Boston para trabajar y empezar de nuevo. “Siempre hay un Dios salvador y proveedor que me tendió la mano y me ayudó a salir adelante”, anota. María tiene 16 nietos y cuando puede viaja a Honduras para ayudar a su familia y a las personas que lo necesitan. A través de una iglesia cristiana a la que pertenece realiza labores de ayuda y consejería a todo aquellos que necesitan un consejo y una motivación para seguir Adelante, sin mirar atrás solo confiando en Dios que es quien guía nuestro paso.
ANA OLLER tiene toda una historia de vida en los Estados Unidos, salió con una visa de paseo de su República Dominicana y se quedó en Nueva York. Aún guarda en su memoria la fecha, 28 junio de 1968, hace casi 54 años. Vivió muchos años en Washington High, el vecindario mayormente dominicano de la Gran Manzana, para trabajar en tres diferentes bodegas, en Manhattan, Bronx y Brooklyn. Su vocación de comerciantes la traía de su padre oriundo de Baní que es una ciudad reconocida por tener hijos emprendedores y dedicados al comercio. Con su esposo ayudaron a sus tres hijos a salir adelante educándose. Luego decidieron mudarse a Boston para que sus hijos estudien en las mejores universidades. “Siempre voy a estar agradecida de este gran país, para mí y mi familia fue una bendición por las oportunidades que hay para progresar, pero lo más duro que me tocó vivir fue la muerte de dos de mis hijos por enfermedad. Ha sido muy difícil para mí superar todo esto, pero me consuela tener a mi hija que ha cristalizado sus sueños, es dueña con su esposo de una gran empresa que brinda servicios a la comunidad de Boston. El consejo que le doy a las madres jóvenes es que estudiar es una gran inversión y cambia vidas».
ANITA MONRROY. «Gracias a las oraciones y al clamor de todo un pueblo logré superar el terrible COVID que me tuvo en cama varios meses en los que pude sentir la presencia divina que nunca me desamparó, fue muy difícil el trance que pasé y por eso cada mañana doy gracias a Dios por todas sus bondades», relata Anita de origen guatemalteco. Tiene 83 años de edad, tuvo 4 hijos, tres mujeres y un varón que murió trágicamente. Tiene 6 nietos y 1 bisnieto. Emigró a los Estados Unidos en el año 1996, pero tenía muchos años viniendo a visitar a una de sus hijas que reside en Boston. Anita como cariñosamente se le conoce se educó en los mejores colegios de ciudad Guatemala gracia a su padre, quien era dueño de una litografía, una librería y una imprenta por lo cual estaba muy ligada a la educación y a los negocios de su progenitor, quien le sembró valores y respeto por todas las personas sin importar su estatus, educación, ni posición económica. En la actualidad es una activa integrante de la Congregación León de Judá, institución que conoce y participa desde hace 30 años cuando visitaba en los momentos que venía a Boston a acompañar a su hija Delmy Chacón, quien es una destacada activista y feligrés de esa institución religiosa de la ciudad y el estado de Massachusetts. Su consejo es que «busquemos a Dios y no nos amarguemos por nada que el amor todo lo puede».
