Mano Nayib contra la delincuencia

Bukele es el presidente que necesitan países de América Latina

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Maximo Torres
Editor, El Mundo Boston
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Manteniendo una alta popularidad y con los gritos de una oposición que, según sus argumentos, se ha puesto del lado de la delincuencia y de las pandillas, el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, tomó una de las decisiones más radicales al pedir a la legislatura el estado de excepción para combatir a «sangre y fuego» la delincuencia, el crimen y la ola de violencia desatada por las Maras Salvatruchas con las que se decía había pactado para proteger a los cabecillas de una extradición a los Estados Unidos.

Contra los que muchos no creían, la Asamblea Constituyente aprobó a pedido del presidente el estado de excepción que le permitirá a las fuerzas del orden acabar con la delincuencia, el robo, la extorsión y las pandillas. Pese a las críticas de los partidos de oposición que hicieron poco o nada por combatir la violencia y desaparecer las pandillas, Bukele retó a los que se oponían al estado de excepción preguntándose en sus cuentas de medios sociales: “¿Ya salió la oposición a defender a los pandilleros?”.

Bukele quiere un país sin violencia, sin crimen, sin pandillas y desde que asumió el poder ha mantenido una imagen de “mano de hierro” a su estilo contra las pandillas que han hecho lo que han querido en el país a vista y paciencia de los gobiernos de turno del pasado.

Ahora es diferente y uno de los éxitos que lo ha llevado a mantener el apoyo del pueblo ha sido el descenso en la tasa de homicidios del país a diferencia de otros países latinoamericanos como Perú que tiene el mayor índice de criminalidad con el agregado de una inmigración venezolana que tiene a las autoridades peruanas de cabeza. ¿Quiénes roban más, los peruanos o los venezolanos? Es la pregunta que se hacen muchos y el gobierno no hace nada por combatir el crimen.

Con el estado de excepción se suspenden las garantías constitucionales de la libertad de asociación, derecho de defensa, el plazo de detención administrativa y la inviolabilidad de la correspondencia y las telecomunicaciones, pero sin afectar la libertad de expresión o libre circulación, según dice el gobierno.

El estado de excepción durará 30 días, pero si persisten las circunstancias que lo motivaron podría extenderse por otros 30 días. Nadie duda de lo impopular que es tomar este tipo de medidas, pero el pueblo ya estaba harto de tanto vandalismo, de tanto crimen generado por las pandillas. La gente quiere vivir en paz y sin estar al asecho de la delincuencia, de las pandillas.

La medida ha sido bien recibida por la mayoría de los salvadoreños residentes en Massachusetts y en una reciente entrevista con el cónsul general de El Salvador en Boston, Abelino Chicas Rodríguez, me habló de los significativos avances de su gobierno para combatir las pandillas no obstante las voces de oposición que dicen que el gobierno de Bukele había negociado en secreto una tregua con los pandilleros a cambio de beneficios financieros con acceso a prostitución y celulares.

El espiral de violencia desatada por las pandillas que ha dejado 79 homicidios en lo que va del año en los 12 de los 14 departamentos del país tiene al gobierno de Bukele en acción permanente contra los que por años se han visto con derecho a hacer lo que le viene en gana en la población. Desde el primer día de su gobierno, Bukele ha tratado de desbaratar las pandillas y, según informes oficiales, por lo menos cinco cabecillas del MS-13 ya han sido detenidos como responsables de incrementar la ola de crímenes.

Según la Constitución, el estado de excepción se establece en casos de guerra, invasión del territorio, rebelión, sedición, catástrofe, epidemia y otra calamidad general o de graves perturbaciones del orden público. A lo mejor no sea el caso, pero la población ya está harta de tanta delincuencia y aplauden al gobierno de Bukele por tomar una decisión que va a ser de beneficio para todos.

La decisión que ha tomado el presidente Bukele debe ser lección aprendida para los gobiernos de América Latina que están siendo arrollados por la delincuencia. En países como Perú los delincuentes matan por un miserable celular y las autoridades bien gracias. Una desgracia para los peruanos que ahora enfrentan otro espiral de violencia y de saqueos por el alto costo de vida y por el desgobierno de un presidente que no acierta una.

¡Sigamos cuidándonos! La vacuna salva vidas.